viernes, octubre 27, 2006

Los 21 abriles y el agosto que se me escapa

Dime que soy normal. Dime que nadie me mira extrañado cuando camino sin ver a nadie, cuando río mirando al vacío, cuando lloro ocultando mi rostro.

Dime que estos 21 abriles me han servido de algo y que el agosto que nunca tuve se esconde en tu regazo.

Dime que todos tenemos una segunda oportunidad.

*Yo no conozco los caminos de la vida. La mía transcurrió siempre por un solo atajo. Lo tuve todo y no tuve nada. Nunca me esforcé por tener lo que obtuve. Lo que tengo aterrizó junto al viento. Ese mismo viento impregnado del sudor de otras personas.

Hay preguntas que aún no he logrado descifrar. Primer problema: culpar. Dibujar los errores en los rostros de los demás y no verme a través del espejo de la introspección.

El desliz sólo deja huellas propias.

Gracias Agosto. ¿Me esperarás?


“En la escuela nos enseñan a memorizar fechas de batallas, pero que poco nos enseñan de amor”
(Los fabulosos Cadillacs – Mal Bicho)

jueves, octubre 26, 2006

Sobre combis y otros autos particulares

Tengo una amiga que siempre se la pasa comentando en su blog sobre sus historias a bordo de la combi. Yo no viajo en combi. Algunos opinan que esto me genera una ‘limitación cultural’. Consideran que el viaje vía transporte público está repleto de insólitos sucesos que mi aletargado razonamiento, instintivamente, registraría y almacenaría en una carpeta emocional titulada ‘sensibilidad social’. Otros, como yo, no podríamos estar más de acuerdo. Sin embargo, sucede lo siguiente: detestamos la música que nos atormenta todo el camino, nos sentimos infinitamente incómodos apachurrándonos con cada extraño que no puede esperar a la siguiente combi, nos produce un aburrimiento fatal el movimiento de avanzo/paro que las caracteriza. Queremos escuchar la música que a nosotros nos agrade. Queremos estar bien sentados sin que nadie nos moleste. No nos da la gana de estar parando en cada esquina.

Lo anterior es verdad y floro. Es cierto, porque efectivamente pensaba de esa manera. Y es floro, porque no fue por esa razón que me retiré del deporte del ¿Qué carro tomas? Definitivamente, ‘colgué’ los pasajes. Verdad irrefutable. Pero fue debido a mi precoz adquisición de un carrito para ir a la universidad. Problema solucionado. No más molestias.

¿No más molestias? ¡Que ingenuo¡ ¡Muchos más, mejor dicho! En la aberrante distribución del tránsito limeño, manejar es realmente un caos. Al principio, manejaba tranquilo. Daba paso y no le hacía caso a los que me metían el carro. ¡Todo eso cambió en tan sólo dos años! Ahora, me peleo con todos los taxis que se quedan a media cuadra jodiendo el camino, insulto a todas las combis que paran en cada esquina y no les da la gana de moverse, les recuerdo la madre a todos los choferes que me meten el carro por un pasajero, que paran apuraditos por dejar a quien llevan a bordo para buscar a otra persona que les de más monedas para su bolsillo.

Y claro, ahora también conduzco más rápido, estoy más atento a quien se quiera de pasar de vivo y me he vuelto un diestro en toda clase de maniobras para evitar a las combis y a los taxis. Si esto último no lo logro, entonces toco como desaforado la bocina para que se muevan y no me irriten el día, y les lanzo toda clase de improperios (dentro del carro y con las lunas cerradas, claro está) para que nunca se olviden de mí.

¡Bah! Lo que nunca se van a olvidar es que hubo alguien, un sujeto estúpido y sin conciencia, que les rompió el tímpano y les jodió la vida, no dejándolos recoger un pasajero para completar el sueldo diario, no permitiéndoles obtener un cliente más para darle de comer a sus hijos ese mismo día, insultándolos porque ese individuo no se juega la vida en cada salida con el carro, ni la plata de la gasolina se la gana con el sudor de la frente.
Me convertí en un ser humano peor de lo que imaginaba que ellos eran.

1era solución: una tregua.
Yo no jodo, tú no jodes. Hígado sereno, ¡corazón contento!