Alguna vez me pregunté si Agosto me esperaría.
Los Agostos pueden ser tan pacientes como los Abriles. Pero, también, tan impacientes como un solo abril.
Los Abriles pueden pasar volando.
Los Agostos suelen alejarse como un tren.
A no ser que te embarques.
Sacar un ticket en el país de la soledad no es una tarea fácil. Mejor dicho, obtener uno válido y esperanzador no es cosa de todos los días. Ni siquiera de todos los años. A veces, ni de toda una vida entera.
Existe uno con mi nombre. Lo tengo entre mis dedos. Se desplaza por mis brazos como una serpiente precavida pero segura. Recorre todo mi cuerpo rociando su apasionado veneno por mis venas. Me embriaga de alegría. Más aun, cuando ya en el camino se va aposentando con mayor seguridad al lado izquierdo de mi pecho.
Agosto es ya el final del invierno. Los días ya anuncian el comienzo de un colorido panorama. El tren está en marcha.
TÚ eres mi Agosto.
Los Abriles nos esperan confiados y felices.
La dinastía del destino está en nuestras manos.
¡TE ADORO NOVIA!