sábado, noviembre 13, 2010

Tristes despedidas

*A ocho meses del último post, escribo las líneas finales de este blog, con nostalgia por lo vivido a través de las palabras, y con la certeza de volver pronto –aunque en otra bitácora- con historias similares pero más cercanas y entendibles para todos y no solo para mí, más abiertas y mucho más explícitas. Cada final siempre es un nuevo comienzo.
 
a stubborn heart remains unchanged(8)


Alguna vez dije que las mejores despedidas eran las que no incluían ningún adiós. Debo retractarme. Hay veces en las que esta palabra –premonitoria del silencio y el vacío más absolutos- puede convertirse en el elemento perfecto para sellar un final. Solo hay que saber qué ingrediente especial agregar.

Otras veces –ni modo- desaparecer sin decir adiós es la mejor decisión que podemos tomar.


jueves, marzo 18, 2010

Lo mío son las salidas prolongadas

*A veces las respuestas solo generan más preguntas. Pero ello tiene un verdadero significado.

Resultó ser una pregunta chistosa: “¿Por qué ves a todas solo como amigas?”. Solo alguien que me conoce demasiado bien se hubiera percatado de que emití una ligera sonrisa, de esas cuyo significado es siempre el mismo: bueno fuera.

Bueno fuera que, efectivamente, solo un vínculo de amistad me uniera con la mayoría de chicas que llevo a mi casa, madre. Es solo que preferirías no conocer la verdad de las circunstancias. Pero como a mí me encanta hacer escrutinio público sobre distintos aspectos de mi vida privada, entonces aquí vamos.

viernes, febrero 19, 2010

Dame de baja en San Valentín

La última persona en la que debiste haber pensado el 14 de febrero fue en mí. Y si lo hiciste, debió ser un último suspiro, una despedida mental, un solemne borrón de la memoria.

Dame de baja en San Valentín.

Que también es el día de la amistad, cierto.
Me queda claro que si te acordaste de mí en ese día fue por un sentimiento de amistad.

Nuevamente, dame de baja en San Valentín.

domingo, enero 10, 2010

esos adioses sin despedidas

*Quién miércoles nos entiende.


Las mejores despedidas son las que no incluyen ningún adiós. Simplemente desapareces, no dejas rastro. Te conviertes en solo un recuerdo. Para bien o para mal, terminas siendo una mera evocación.

Si esa persona escucha tu nombre, lo único que experimenta es un viaje en el tiempo. Tiempos aquellos: un olor, un sonido, una sonrisa, su voz a lo lejos, cosas que se dijeron y otras que pasaron. O recuerdas solo lo bueno, o recuerdas solo lo malo. O es una o la otra.