domingo, marzo 30, 2008

Carta a tu...



*Este es el último post que escribiré sobre ti. Y no lo hago para que lo leas, aunque si lo estás haciendo, mejor.

Con el paso de las semanas comprendí que en esta vida las palabras son relativas. Todo lo que uno dice, las promesas que hace, lo que dice sentir, todo es relativo. Por eso creo que las frases como "para siempre", "nunca voy a dejar de...", "...toda mi vida", están de más. No le hacen bien a nadie. Es mejor vivir el momento al máximo, siendo consciente de que todo se puede acabar en algún momento, hasta de la noche a la mañana. Es así de relativo.

Aunque claro, que sea relativo no significa que ello se pueda poner como excusa. Es decir, si de una semana a otra alguien saca de su vida a su pareja, sin que haya habido algún problema serio de por medio, es porque mamita, cuando el edificio se derrumba así de fácil significa que no tenía bases sólidas. Y eso es lo segundo que he llegado a comprender: simplemente no me amabas como creías hacerlo, no estabas tan tan enamorada como lo pensabas. Le puede suceder a cualquiera, es cierto, pero tampoco es excusa.

Por eso hoy decido seguir con mi vida. Ya lo hecho, hecho está y como te dije, "ya no hay más daño que me puedas hacer". Borrón y cuenta nueva. Este es el momento en el que te digo Adiós. Ojala no sea una despedida eterna. Ojala el tiempo nos reúna de nuevo, por X motivo. Pero planearlo también está de más: ya el tiempo lo dirá. Lo siento, no puedo ser tu amigo. Ya no me lo pidas. Me pides mucho, en serio (“Amigos para qué, maldita sea(8)”, como diría Gianluca, en Mi historia entre tus dedos. Toda la letra de esa canción es ahora tan perfecta).

No te diré que te odio. Aunque, a veces, del amor al odio hay sólo un pequeñísimo trecho, casi invisible. Me pides que intente estar bien contigo, pero tus actos demuestran lo contrario. Simplemente te importo muy poco, al parecer. No te das cuenta de que hay algo que se llama RESPETO, y por respeto no deberías refregarme en la cara, con otros chicos (plural), que tú ya volteaste la página (Sí, lo se. No debería sorprenderte). Al menos no cuando ha pasado tan poco. Y está bien, no seré tan parcializado: sé que me quieres, aunque no parezca, pero es sólo la costumbre, no es de verdad.

Y ya no diré más. Ya no quiero más historias circulares por ahora. La circunferencia no se expandió, y ni modo. No habrá ya ninguna ODA a la nostalgia, ni sueños sobre los cuales escribir. Algo sí es cierto: el mundo ha dado vuelta en 180º. El fantasma del olvido me acecha.

Adiós, mi estimada.



*Este adiós es una renuncia a lo que significaste, no a tí misma.

jueves, marzo 20, 2008

Paradero desconocido

Era de día y ambos disfutábamos de una bebidas en un restaurante del tipo Chilli's. Todos eran gringos, y las meseras robustas, hasta donde recuerdo. Me es bastante borroso a estas alturas acordarme de qué sucedió exactamente en ese momento, pero lo cierto es que decidimos retirarnos, sin antes pedir la cuenta y despedirnos del personal que laboraba aquella tarde. Claro, en inglés. Estábamos en gringolandia. Primera sorpresa.

La segunda fue que salimos y cada uno se fue por su cuenta. Creo que implícitamente se entendió que tú te ibas a otro lado y yo a mi casa. No era 'nuestra' casa. Y tú te fuiste en tu carro, el mismo que manejas hoy en día, mientras yo me subí a una combi, una parecida a esas que dicen "Canadá, Ate", blancas con rayas azules, viejas y sucias. Y el camino no era mejor: fui por unos lugares desconocidos hasta que llegué al final de una avenida por la que jamás había transitado antes. Bajé y me encontré rodeado de gente peruana esperando algún bus. Estábamos en Perú, o al menos en algún lugar que hacía fácil deducirlo. Segunda sorpresa y conllevó a una más.

Cogí mi celular, el mismo que uso día a día, y te llamé. Para mi sorpresa, me dijiste que estabas en tu casa, y dado que vivimos cerca, me molesté. Te increpé no haberme llevado si ibas por allá, en vez de haber tenido que tomar esa combi sucia que me dejó en un paradero desconocido. Pero ya estaba hecho: te fuiste por tu cuenta, y aunque podías decirme para llevarme, preferiste irte sola. En vano mis reclamos.

Y entonces desperté.

*Sólo las construcciones sin bases muy sólidas se desploman tan rápido.
Lo que equivale a decir que

viernes, marzo 14, 2008

La vuelta al mundo en 180 grados (o el último trazo de Rafael)

En aquella oportunidad, Rafael comprendió que perdonar era una virtud. No lo había entendido sino hasta ahora, bajo circunstancias que quizá la mayoría de personas consideraría imperdonables. Pero no él. Acaso porque casi dos años y medio antes había pasado por una situación similar: había estado saliendo con una chica que prefirió a su vez salir también con otro, mientras le decía que lo quería y le hacía pensar que convertirse en pareja era una posibilidad muy cercana.

Esta vez, Rafael ya conocía mejor a las mujeres. Comprendía sus debilidades y sus fortalezas, sabía de sus miedos y su valentía, podía entender sus errores y sus aciertos. Y, basado en aquella experiencia antes mencionada, sabía que muchas veces sus desaciertos sólo son errores humanos que traen como consecuencia reafirmar su buen juicio: su hombre, el firme. Es cierto que cada mujer puede tardar distinto tiempo en darse cuenta de esto. Por eso es que él no estaba tranquilo. Todo lo contrario: estaba neurótico. Caminaba por el vencindario para ver si los encontraba 'in fraganti', se convertía en todo un detective virtual al acecho de una evidencia que sólo haría su vida más miserable. Pero era inevitable: él tenía que saber qué pasaba. No podía con la curiosidad.

Aquella vez el problema se empezó a solucionar mucho más rápido de lo esperado. Llegado el momento de la cima del error y el consecuente rompimiento de la relacíón, Rafael vió como ella no tardó siquiera un nanosegundo para darse cuenta de que él era El hombre de su vida, y no otro. Esto dejó tranquilo a Rafael. En parte, en realidad, porque siempre quedaría en él, muy en el fondo pero allí, un cierto temor de que algo así pudiese volver a ocurrir. Total, algo tan inofensivo como un par de cruce de miradas con sonrisas cómplices puede llegar a convertirse en toda una confusión amorosa para algunas personas, concluyó.

Pero lo más importante de aquel fragmento de la historia amorosa de Rafael es que lo que lo dejó mucho más tranquilo no fue tanto que todo volviera a la normalidad, sino la promesa que ella le hizo: "Tú eres el hombre de mi vida. Mi felicidad es a tu lado. Te amo y nunca voy a dejar de amarte. Nunca más te haré daño. Nada va a cambiar así estemos separados un tiempo. Nunca nos separaremos (para siempre)". Era una promesa muy extensa, pero aun así él la perdonó, y le creyó. Tampoco tenía otra alternativa: Rafael estaba (en realidad aun lo está) enamoradísimo de ella, y era justamente eso y no cualquier otra cosa en lo que él quería creer. Muy poco tiempo después, ella le obsequiaría algo muy diminuto, pero con un valor tan grande como toda una vida entera.

Sin embargo, el destino no le sonrió por mucho tiempo. Y así como lo anterior sucedió con suma brevedad, igual de rápido se esfumó aquella promesa. Toda, toditita. Y Rafael aun intenta recolectar todas esas débiles razones y armar el rompecabezas de un rompimiento rompecorazones. "Lo que no te mata te hace más fuerte", le han dicho. Pero a él le importa un carajo hacerse más fuerte. "Si tengo que morir, pues morir de amor será", sentencia, y piensa en lo que quizá sea lo último que le dirá a esa nuevamente confundida mujer. El perdón, de aceptar su propuesta, se puede dar por hecho.

Pero sabe que ahora no es el momento. Ya será después. La última carta bajo la manga. Y no por ello un truco, sino una opción totalmente factible y comprensible para un romántico, para alguien que puede anteponer el amor frente a cualquier otra cosa; en síntesis, para un muerto, pero de amor.

Y nadie le dirá lo contrario.

martes, marzo 11, 2008

ODA a la nostalgia

Todavía recuerdo cómo te conocí.

Sí, te conocí por Internet. Qué extraño suena eso, jaja. Tú siempre dirás que yo te agregué al MSN, yo siempre diré que fuiste tú. Lo cierto es que por esa época me metía apenas llegaba a mi casa para ver si estabas conectada. Era divertidísimo chatear contigo. Y, además, había ahí un 'plus' que tú y yo entendemos: algo que sería mas divertido después, en carne y hueso (te guiñaría el ojo si te tuviera a mi costado, jaja).

Y no he olvidado la primera vez que te vi.

En persona eras igual de loca que por Internet, jaja. Nos encontramos en la Av. Las Palmeras, tú salías de la peluquería porque tenías un quinceañero, yo recién me despertaba porque ese día, sábado mediados de julio del 2003, acababa finales en mi primer ciclo de mi época upecina. Cómo ha pasado el tiempo, ¿no crees? Eso fue hace ya 5 años. Simplemente nos encontramos y caminamos hasta la esquina de tu casa, conversando sobre cualquier cosa. Querías que te acompañe al tono, pero yo ya había quedado con mis amigos de la universidad en salir a Chacarilla (los más telas). Tú tenías 16 años, yo ya 18. Cuando nos conocimos tenía 17. No teníamos ni la menor idea de todo lo que nos pasaría.

Menos he olvidado el primer beso que te di.

Fue en la reunión de un amigo, 26 de julio del 2003. En realidad habían pasado las 12 ya, así que fue el 27. Nos quitamos de la 'reu' por un rato, caminamos hasta un lugar más tranquilo (o caleta) y nos estampamos un beso bien maleado. Jaja. Luego nos daríamos cuenta de que todo sucedió al costado de una iglesia, y mucho tiempo después te llevaría ahí mismo y te haría una pregunta, LA pregunta. Tampoco sabíamos en ese entonces todo lo que nos podría pasar.

Y tampoco he olvidado nuestra primera salida tres años después.

Reecontrarnos fue cosa de un día. Antes salimos algunas veces, pero no era el momento. Ahora, sólo bastó un "ya no tengo enamorado, aprovecha". Para qué más. Ese mismo día te convencí para vernos. Fuimos a Starbucks y luego nos quedamos hablando un muy buen rato en el estacionamiento de Molina Plaza. Conversando sobre la vida. La pasé TAN increíble. Te dejé en tu casa y luego me llegó un mensaje tuyo diciéndome que la habías pasado muy bien. Me fui a dormir contento.

Y no hay forma de que no recuerde nuestro segundo primer beso.

Y es que mas bien el primero fue nuestro primer 'agarre', el segundo fue nuestro primero beso de verdad. Setiembre 2006: una semana después de nuestro reencuentro, aquí en mi casa, luego de jugar buscaminas en mi 'compu' y comer canchita, dijiste que ya te tenías que ir. Estábamos sentados en la misma silla, haciéndonos espacio uno al costado del otro. Y entonces te levantaste y no lo permití. Te jalé y te estampé nuevamente un beso. Pero esta vez de verdad, con cariño. Y ni hablar de ese día. Fue simplemente PERFECTO. ASÍ, con mayúsculas.

Y estaría realmente loco si no recordara el día en que te dije para estar.

30 de diciembre del 2006, Cocoa Beach. Luego de casi 4 meses de salir, estaba convencido de que eras LA chica para mí. En realidad lo descubrí antes, pero por distintas razones el momento no se prestaba (o quería un primer mes siempre juntos, y habían viajes y finales). Pero me armé de valor. Al borde de la piscina, iluminados por la luna, sellamos nuestra unión. Catorce 30's de enero.

Y me es imposible olvidar todo lo que hemos vivido juntos, como pareja.

El teatro, el cine, las canciones, el carro, el sótano, la playa, los años nuevo, las vacaciones, los DVD's, los estudios, las salidas a tizón, los helados, ESE fin de semana en el nombre de un músico, Aviación... Algunos conciertos, las discuciones y las reconciliaciones, los problemas y las soluciones, los errores y las disculpas, los aciertos y las ilusiones... Los besos y los abrazos, las miradas y las caricias, el cariño y el amor... El saber que nos teníamos y que bastaba eso para saber que todo iba a estar bien.

Y lo último que podría olvidar en esta vida es a tí.

No te quiero olvidar. No lo voy a hacer.

Esta historia no hay forma de que termine así, ni ahora.

Esa es, mi estimada.

Nadie me dirá lo contrario.

jueves, marzo 06, 2008

La expansión de la circunferencia

La historia es definitivamente circular. Es una cadena entrelazada de círculos, como lo dije anteriormente. Pero hay una clave: el círculo se puede expandir. Y se puede dilatar tanto como el infinito. Sólo imagínenlo: una esfera enorme que envuelve toda tu vida, y que la puedes agrandar tanto como se quiera, como se pueda, o como el destino lo obligue a hacerlo. Y entonces sería el último círculo de nuestras vidas. Y quizá podría ser ese mismo que parece que terminaría pronto, que se supone que sería un callejón sin salida, pero que por cosas de la vida y del destino, se empieza a dilatar una y otra vez, y se expande más y más, y cuando hacemos un recuento de lo vivido nos damos cuenta de que jamás salimos de ese círculo. Y está bien: sería la circunferencia más extraordinaria que se haya trazado. Y, déjame decirte, por una esfera así, ¡sí vale la pena vivir!

¿Lo entiendes? Tú punto y yo raya. Yo raya pasando infinidad de veces por el mismo punto. Tú punto, siendo el centro perfecto de nuestra circunferencia. Y esta circunferencia, siendo una esfera que se dilata y se dilata hasta el fin de nuestra coexistencia. Conste que dije fin y no final. Porque fin es también finalidad, objetivo. Y, acaso, ¿no es la finalidad de un amor justamente amarse? ¿Y, digo yo, no es necesario para poder amarse estar juntos? Porque claro, los amores a distancia pueden funcionar, siempre y cuando sepan que van a volver a verse. Pero yo me refiero a cuando la separación es casi inminente: ¿no se prefiere tener a la persona amada al costado?

No digo que cuando hay amor todo se pueda. Recuerdo que una chica una vez dijo: "Cuando hay amor todo se puede" (y se refería a seguir estando con alguien que le había sacado la vuelta frente a todo el mundo, amigos de ella incluidos). Es mentira. El amor no lo puede todo. "Lo dijo un soldado romano a Dios: no se puede vivir del amor". Lo dice Calamaro. Y no porque lo diga él, sino porque así es. Algo parecido a lo que dijo Daniel F: "de punk no vive el hombre". Pues de amor tampoco vive nadie. Al menos no sólo de amor. No basta. Es una parte muy grande, pero no lo es todo. En el juego de la vida entran a tallar otras cosas también (familia, sueños, metas, carreras, amistades, experiencias, dinero, factores "x", etcétera, etcétera). ¿Y por qué comento esto? Porque justamente si el amor no lo puede todo, ¿no es mejor aprovecharlo mientras se pueda tenerlo? ¿No es mejor agotarlo hasta su última gota?

Yo creo que sí. Por eso no le tengo miedo a la historia circular: sé que la circunferencia se puede expandir de forma indeterminada, y quiero estar ahí para dilatarla lo más que se pueda. Qué bonito es cuando se intenta y se sabe que se dió todo lo que se pudo, que se dejó todo en la cancha, que no se huyó sino que se encaró, y que si esta historia también es circular, pues dilatemos la esfera lo más que podamos y que el mundo entero sepa que esta circunferencia la construimos nosotros, y no nos arrepentimos de nada.

Esa es, mi estimada.

Que nadie nos diga lo contrario.

El conflicto tripartito

No puedo ser ajeno a lo que está sucediendo entre nuestros países vecinos de Colombia, Ecuador y (¡Qué novedad!) Venezuela.

Es alucinante todo lo que ha pasado en estos últimos días. El operativo de las Fuerzas Militares colombianas en tierra ecuatoriana (frontera con Colombia) con el saldo de al menos 18 militantes de las FARC muertos, entre ellos Raúl Reyes, el vocero y segundo hombre de este grupo terrorista; el pedido ecuatoriano a Colombia para que emita una disculpa; el entrometimiento clásico de Chávez, expulsando a todos los diplomáticos colombianos en su país y cerrando la embajada y consulado en Bogotá, hasta enviando tropas a la frontera; luego Correa, el Presidente de Ecuador, en una coincidencia para la suspicacia, haciendo lo mismo que Chávez; y Uribe, Presidente de Colombia, queriendo ser diplomático, como si fuese de lo más normal magullar la soberanía de otro país.

Y eso no es todo. Ecuador clama que debido al operativo colombiano no pudieron rescatar a 12 rehenes como lo tenían planeado. Y ha emprendido toda una gira por distintos países Latinoamericanos en busca de apoyo. Chávez ha ido más allá y se ha adelantado a avizorar una guerra.

Pero aquí viene la mejor parte: Óscar Naranjo, jefe de la policía colombiana, ha hecho saber que existirían ciertas pruebas (aún no de dominio público) que vinculan a los Gobiernos de Ecuador y Venezuela con las FARC (¡Qué verguenza!). Así lo demostrarían distintos documentos encontrados en la laptop de Reyes. En el primer caso, un supuesta alianza oficial; en el segundo, apoyo económico. Y para ponerle la cereza al pastel, Venezuela ha acuasado a Naranjo de tener nexos con el narcotráfico.

Qué complicada situación. Considero que aquí los tres están haciendo las cosas mal: que Colombia haya invadido territorio soberano ecuatoriano es inaceptable (aunque pensándolo bien, y leyendo a Susan Abad, corresponsal de El Comercio en Colombia, "una mínima reflexión lógica nos indica que si un asesino se mete en tu casa y tu vecino acude a salvarte y no te pide permiso para entrar, deberías estar agradecido". Para la reflexión.) Por otro lado, la reacción ecuatoriana me parece exagerada, pero sobretodo sospechosa: explotan contra Colombia justo después de Chávez (tomando en cuenta que no parecía tan ofuscado Correa en un principio). Y lo de Venezuela no tiene comentarios: Chávez parece estar creando una cortina de humo frente a la escasez de alimentos que afronta su país y su poca popularidad.

Yo quiero agregar algo más, en forma de apreciación personal. Estoy seguro de que en los medios debe correr esta sospecha, pero está bien que no lo digan si no es nada seguro: ¿Acaso las fuertes reacciones tanto de Chávez como de Correa remiten a un inesperado conocimiento de que Colombia tenía en sus manos evidencia de ciertas conexiones entre sus gobiernos y las FARC y que iban a publicarlo? Porque, para ser sincero, la inmediata gira latinoamericana de Correa no parece realmente responder a la razón de los 12 rehenes que no pudieron ser rescatados. Y que Hugo Chávez haya reaccionado como lo hizo tan apresuradamente parece extraño. Algo huele mal aquí.

Por último, este problema se amplifica cuando tiene que entrar a tallar las posiciones de los demás países.Y no hay que olvidar que Perú ha tenido un enfrentamiento con Ecuador hace diez años, que Chile está próximo a firmar una alianza diplomática, económica y militar con Ecuador, que Perú tiene el problema del diferendo marítimo con el país vecino del sur, que Alan García ha criticado duramente la postura de Chávez y todos sabemos que a éste último no le gusta nada que se opongan a él sobre todo en esta región, y así más.

Pero tampoco esperemos lo peor: una guerra es poco probable. Entre estos países existen interes económicos que difícilmente pueden dejar de lado. Mejor es pensar como Alan, acertadísimo esta vez, que propuso solucionar el conflicto en la OEA, abiertos al diálogo, como seres humanos. Bien por eso.

*Sin más, me despido. En algunas horas más (espero) regreso con noticias más introspectivas. Como para no dejar de lado la historia circular.

lunes, marzo 03, 2008

Cosas que me han gustado

*Basado en la idea de una columna publicada en El Dominical, escrita por Renato Cisneros. Idea = cuerpo del texto cuyo corazón emite en cada latido la frase "Me ha(n) gustado...".

Me ha gustado retomar el libro "Radio Ciudad Perdida", de Daniel Alarcón, que dejé de leer por el bendito curso de verano y el trabajo. Me ha dado gusto saber que hay peruanos que triunfan. Claro que los hay.

Me ha gustado volver a escuchar "NOFX" después de tanto tiempo: es una de las bandas que marcó mi adolescencia y sé que algún día podré verla en vivo. Me ha gustado hacerme ese disco variado (no tan variado en realidad) mitad The Killers, mitad Foo Fighters, e incluir temas del nuevo disco de esta última banda. Es que me ha gustado mucho (me ha encantado, en realidad) escuchar esta nueva canción "Long road to ruin", cuya letra es simplemente preciosa.

Me ha gustado desempolvar mi blog y escribir en él con bastante regularidad, sin temor a inmiscuir mi vida personal en la mente de quienes lo lean. Y me ha gustado volver a publicar el texto que escribí en honor a mi abuelo, porque eso demuestra mi compromiso, ante todo, con la verdad.

Me ha dado gusto renunciar a mi trabajo. Ya no me sentía tan a gusto y pedía a gritos un tiempo libre, por varias razones. Y por eso también me ha dado mucho gusto presentarme a otro lugar y haber sido llamado aun cuando no cumplía con todos los requisitos que se pedía. Y me ha encantado dar mi evaluación y haber disfrutado tanto en esa sala de redacción.

Me ha gustado saber que mi inspiración no ha muerto y que un par de composiciones me han salido en las últimas semanas tocando la guitarra. Pero más me ha gustado darme cuenta de que puedo hacer música distinta de la que siempre he hecho: una mezcla de The Killers con Foo fighters podría ser un nuevo rumbo en mi vida musical. ¿Acaso le puedo agregar The Strokes a dicha combinación? ¡Ah! Me ha deleitado el nuevo sonido de mi guitarra acústica que mandé a mantenimiento después de ocho años en la misma Falcón donde la compré. Y me ha gustado mucho el color negro que ahora luce.

Me ha gustado ir a la playa. Extrañaba mi casa en el sur, bañarme en el mar y en la piscina, jugar frontón con el calor matándome y salir a juerguear en la noche. Me ha gustado consumir Barena: ¡me encanta esa cerveza!

Me ha gustado haber terminado mi ciclo de verano en la universidad. Pero me ha gustado aun más que hayan salido las notas y promedios de los cursos del ciclo anterior y constatar lo que esperaba: mi mejor ciclo en toda mi etapa catoliquense. Promedio del ciclo: 15.78. Promedio mínimo y máximo entre los cursos que llevé: 15 y 18. Subir el ponderado no es fácil, pero con esfuerzo se logra. Me ha dado mucho gusto y satisfacción saber que ahora estoy muy cerca del tercio superior, una meta que me tracé apenas ingresé a la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación, y que sabía que era un propósito a cumplir a largo plazo, pues en Estudios Generales Letras, aunque aprendí mucho, no fui el más aplicado tampoco.

Pero sobre todo, me ha gustado demasiado haberte visto después de más de un mes, y haberte dado todos esos abrazos y besos que me has robado en estas dos semanas. A pesar de todo. Y me ha deleitado sobremanera darme cuenta de que sé exactamente lo que quiero. Y te quiero a tí, a mi lado, por el tiempo que tenga que ser.

Y, por último, me ha gustado escribir este texto, porque desde hace tiempo lo quería redactar. Desde que leí esa columna de Renato Cisneros. Y me da gusto darme cuenta de que me importa muy poco si alguien piensa que soy un copión. Y me gusta poder escribirlo.

*Esta lista aún no termina. Y hasta podría ser complementada con cosas que NO me gustan. Ya veremos.

Camino al cielo

*Alguna vez publiqué un texto similar titulado "Starway to heaven", un perfil de mi abuelo sacado simplemente de lo que recordaba sobre su vida. El presente es uno hecho con detalles que él mismo me dio, es decir, un perfil mucho más riguroso que el primero. Es mi deber publicar la versión como realmente sucedió. En un contexto muy distinto diría Aristóteles, "soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad". Aquí va.


Camino al cielo

Terco pero firme. A Samuel Flores Soplín, de 85 años de edad, toda una vida le resulta efímera para un derroche diario de valentía y fidelidad a sus ideales. Lo demostró a los 21 años, en un éxodo de dos meses de Iquitos a Lima que incluyó una aventura de 173 km a pie de Pucallpa hasta la Guatía. Nunca se dio por vencido. La misma convicción lo llevó a ser uno de los formadores del Sindicato de Empleados en la expirada aerolínea PANAGRA, donde trabajó 40 años de su vida, hasta el retiro en 1985. Tampoco allí tiró la toalla en las mil y un batallas como Secretario de Control y Disciplina.

Es por eso que aún a ocho décadas de su nacimiento podía seguir desplegando sus pasos por las calles de La Victoria, siempre hasta San Borja para realizar sus compras. No se cansaba. Y eso que cada año Santa Claus le regala un par de kilitos más. Total, él ya está bastante acostumbrado. Como cuando realizó aquel viaje hacia la capital después de concluir la secundaria. “Un viaje muy duro”, recuerda. Pero nunca se rindió. Tampoco lo hizo en PANAGRA, trabajando en el sindicato. Ganó amistades y enemistades, pero nadie lo hizo flaquear en sus convicciones. “Yo siempre daba el ejemplo de que un dirigente debe trabajar las horas completas y no valerse del sindicato para pedir permisos o irse a otra parte. El trabajo es trabajo y el sindicato es sindicato”, afirma. El gobierno de los Estados Unidos lo premió, junto con otros doce dirigentes sindicales, con una beca de dos meses a Washington.

En su barrio, no tenía por qué ser distinto. Fue colaborador de la Directiva de la Asociación de Propietarios de Túpac Amaru, en La Victoria. Hace hincapié en la palabra “colaborador”, porque aunque en la práctica él era la cara principal, oficialmente prefirió no formar parte de ella. “Habían cosas sucias entre los dirigentes”, confiesa. La Municipalidad de La Victoria, a nombre del alcalde, le otorgó un diploma por colaborar con la limpieza y el ornato de la urbanización.

Su recorrido hasta San Borja concluía en Wong, en donde aprovechaba para tomar un descanso haciendo las compras y degustar todo lo que esté disponible para ello. A veces, esta caminata tenía como único fin seguir comiendo después del desayuno. Sus hijas le han advertido sobre el problema del colesterol y del sobrepeso, pero él siempre ha hecho caso omiso. Dice que “su cuerpo asimila”. Otra forma de decir que si su estómago le pide comida, él no tiene reparos en obedecer. Así sea a cada rato. De todos modos, él cree en la medicina alternativa. Prefiere tocarse la palma de la mano con el dedo índice hasta sanar, que visitar a un doctor. Por eso rehúsa a operarse del glaucoma que poco a poco le borra la visión. “La mente manda al cuerpo”, dice, y baja las escaleras con los ojos cerrados. Es así de terco. Quizá porque creció en una familia recta, y así también crió a la suya. Siempre con él a la cabeza de las decisiones. Para bien o para mal. Sin arrepentirse.

Pero ya no tiene casi ocho décadas de existencia. Ahora tiene 85 años, y esta diferencia, en una persona de avanzada edad, es muy grande. Y él lo sabe bien. Lo supo finalmente cuando en uno de sus viajes de compras, perdió sentido de la ubicación y por un momento no sabía en dónde se encontraba. Cada vez sucede con mayor frecuencia. Por eso ahora es su hija la que lo acompaña, ahora en carro, a hacer las compras. Las caminatas fueron reemplazadas por la televisión. El aire de la calle y las conversaciones ajenas en sus oídos sucumbieron frente al nuevo equipo de CD.
Pero su risa no se ha agotado. Menos su valentía: en la sobremesa, aún defiende con fervor sus ideales. Y tampoco ha sucumbido su creencia en la medicina alternativa y en la mente. Por eso baja las escaleras con los ojos cerrados y con la frente bien en alto, porque no le teme a lo que pueda venir. Y ríe cuando no hay más escalón que pisar, porque sabe que cuando la película de su vida se proyecte ante sus ojos, tampoco allí le temerá al final de todos sus peldaños.

**Ese es mi abuelo. El que quería que estudie medicina y se resistía a aceptar el hecho de lo que mío era la tinta y el teclado. Y aunque con los años logró aceptarlo, siempre me intentó disuadir de escribir una novela sobre su vida, un libro que jamás llegué a escribir, pero que intento resumir, a modo de perfil y en su honor, en el presente texto.