No me gusta. No me gusta nada esta situación.
Si creen que es difícil no saber lo que uno quiere, es aun peor saberlo, pero depender de la decisión de otra persona.
Soy como un fantasma. Tengo que decirlo. Jamás había sido tan sincero: cuando te veo, se me cae la baba. SE ME CAE LA BABA. Así de sencillo. Así de simple.
Se me cae la baba porque te miro y me dan unas ganas demasiado intensas de abrazarte y llenarte de besos. Y lo hago, pero en mi cabeza. Por eso soy un fantasma. Porque no materializo lo que pasa por mi mente.
Se me cae la baba porque no puedo dejar de mirarte. Porque cuando caminamos no puedo dejar de querer sentir nuestras manos cogerse o de tenerte abrazada o de simplemente hablarte al oído.
Se me cae la baba y tengo que resistirme. Y eso no me gusta. No me gusta nada esta situación.
Soy un fantasma en persona y por teléfono. Cuando nos vemos, hago diez mil cosas en mi cabeza pero ninguna de ellas sucede en realidad. Y cuando hablamos, te digo diez mil otras en mi mente pero jamás se llega a escuchar nada. Y cuando te miro tampoco puedes interpretar lo que pienso, porque es una mirada de fantasma, no es humana.
Y me duele pensar que de esta manera me dejarás de lado. Y no seré sólo un fantasma a tu costado, sino un fantasma en el olvido. Peor que eso, nada.
Cuenta regresiva.
Me vuelvo loco.
Tengo miedo.
No quiero ser fuerte.
Quiero ser humano.
Y no fantasma.
PD: 80 mil veces no me bastan.
martes, febrero 26, 2008
domingo, febrero 24, 2008
El mito de la circunferencia
Medito.
Si mi vida es una historia circular, y cada etapa es un círculo, y yo me rehúso a salir porque le tengo miedo al final, definitivamente soy algo que abarca toda esa circunferencia de extremo a extremo y choca y rebota con todos sus bordes.
Sí. Yo soy una raya. No cualquiera: soy el diámetro. Soy la raya que pasa por el punto medio de la circunferencia. Y ya saben qué dicen: que una raya puede pasar infinitamente por un punto.
Tú eres ese punto. El punto perfecto. Amo y dueña de todas las rayas que por ti pasen, de las rayas que incluso trascienden la circunferencia misma.
Me gustaría ser una de esas rayas más adelante. Al menos me puedo sentir bien pensando que puedo ser una de ellas y trascender el círculo, abandonar la etapa circular. Y claro, habiendo pasado por el punto perfecto, por ti. Y ser una raya-barco que se lleva consigo todo por donde atraviesa. Así rememos sin un rumbo del todo claro. Porque puede que sea como el mito de la caverna: fuera de este círculo no tiene por qué ser peor, y no mejor, que lo que hay adentro.
Si mi vida es una historia circular, y cada etapa es un círculo, y yo me rehúso a salir porque le tengo miedo al final, definitivamente soy algo que abarca toda esa circunferencia de extremo a extremo y choca y rebota con todos sus bordes.
Sí. Yo soy una raya. No cualquiera: soy el diámetro. Soy la raya que pasa por el punto medio de la circunferencia. Y ya saben qué dicen: que una raya puede pasar infinitamente por un punto.
Tú eres ese punto. El punto perfecto. Amo y dueña de todas las rayas que por ti pasen, de las rayas que incluso trascienden la circunferencia misma.
Me gustaría ser una de esas rayas más adelante. Al menos me puedo sentir bien pensando que puedo ser una de ellas y trascender el círculo, abandonar la etapa circular. Y claro, habiendo pasado por el punto perfecto, por ti. Y ser una raya-barco que se lleva consigo todo por donde atraviesa. Así rememos sin un rumbo del todo claro. Porque puede que sea como el mito de la caverna: fuera de este círculo no tiene por qué ser peor, y no mejor, que lo que hay adentro.
jueves, febrero 21, 2008
La historia circular
Mi vida siempre ha girado en círculos. O sea, no es que mi vida sea un gran círculo, sino que es como una especie de cadena entrelazada de círculos. Cada etapa de mi vida gira circularmente. Soy incapaz de ponerle un fin a esa etapa y comenzar otra. Por más que lo diga, siempre hago lo contrario: quizá soy la persona más masoquista del mundo, pero continúo con la historia así no sea lo más saludable, mentalmente hablando.
Ahora que lo pienso, no me gustan los finales. Me gusta imaginármelos, pero no estar ahí. Cuando se avecina físicamente el final, prefiero la historia circular. Así soy, es un desperfecto de fábrica. Siempre dije que no le tenía miedo al destino, que venga lo que tuviera que venir lo iba a aceptar, sea lo que sea. Pero hoy quizá deba retractarme. Como dice una canción... "Hoy será mi última confesión: la verdad, el destino me asusta"(8).
Asusta saber lo que va a pasar. A veces no es fácil vivir sabiendo cómo terminan las cosas. A veces es mejor y más lindo ir por el camino de la vida con los ojos vendados simplemente disfrutando cada paso, viviendo al máximo cada trecho, luchando contra cada obstáculo en el momento en que se presenten. Pero sin saber de antemano cuál ni cuándo se presentará.
Y entonces me encuentro en una encrucijada. Y las opciones son varias, pero ninguna termina de ser muy buena. Y aun así me rehúso a saltar a la siguiente etapa. Y prefiero quedarme en la misma. Por más que eso implique andar en un círculo enorme en vez de escapar y trazarme una nueva etapa, una que no sea circular, una que me diga que "Todo va a estar bien" y que sea lineal. Claro, con todos los baches que siempre hay, pero que no sea circular, que no sea un callejón cuya salida detrás del muro implique un camino totalmente nuevo.
Pero es en vano. Mi historia es circular. A veces pienso que es una especie de castigo. Algo como el Karma. Ahora me toca a mí ser el que pierde. Y a mí, y a mí siempre desde que ese karma decidió reposar sobre mi flatulenta existencia.
Pero no odio al karma. Sólo odio que esto también sea parte de él.
historia confesión destino Karma
Ahora que lo pienso, no me gustan los finales. Me gusta imaginármelos, pero no estar ahí. Cuando se avecina físicamente el final, prefiero la historia circular. Así soy, es un desperfecto de fábrica. Siempre dije que no le tenía miedo al destino, que venga lo que tuviera que venir lo iba a aceptar, sea lo que sea. Pero hoy quizá deba retractarme. Como dice una canción... "Hoy será mi última confesión: la verdad, el destino me asusta"(8).
Asusta saber lo que va a pasar. A veces no es fácil vivir sabiendo cómo terminan las cosas. A veces es mejor y más lindo ir por el camino de la vida con los ojos vendados simplemente disfrutando cada paso, viviendo al máximo cada trecho, luchando contra cada obstáculo en el momento en que se presenten. Pero sin saber de antemano cuál ni cuándo se presentará.
Y entonces me encuentro en una encrucijada. Y las opciones son varias, pero ninguna termina de ser muy buena. Y aun así me rehúso a saltar a la siguiente etapa. Y prefiero quedarme en la misma. Por más que eso implique andar en un círculo enorme en vez de escapar y trazarme una nueva etapa, una que no sea circular, una que me diga que "Todo va a estar bien" y que sea lineal. Claro, con todos los baches que siempre hay, pero que no sea circular, que no sea un callejón cuya salida detrás del muro implique un camino totalmente nuevo.
Pero es en vano. Mi historia es circular. A veces pienso que es una especie de castigo. Algo como el Karma. Ahora me toca a mí ser el que pierde. Y a mí, y a mí siempre desde que ese karma decidió reposar sobre mi flatulenta existencia.
Pero no odio al karma. Sólo odio que esto también sea parte de él.
historia confesión destino Karma
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