*Casi un perro del hortelano. Vive, pero no deja vivir. Es feliz, pero no permite que otros lo sean. Se lo toma a modo personal. Solo está pensando en sí misma.
En el océano de las relaciones, soy un pez contreras. Nado contra la corriente. No sigo convenciones.
Siempre seguí una máxima: mientras no le hagas daño a nadie, sigue pa’ lante. Y así lo hice. En el enmarañado mundo de las relaciones, aprendí a ser bueno luego de algunas ocasiones, y el tiro me salió un tanto por la culata.
Hay cosas que a primera vista suenan complicadísimas y hasta dan mala espina, mala vibra. Yo también he vivido en carne y hueso esto, pero pondré el ejemplo de un amigo, porque su desenlace es más sincero y es más producto de una decisión natural, y no impuesta.
Compañero, colega, usted sí que estuvo a la altura de las circunstancias. Un ejemplo de madurez y de superado. Una muestra de comprensión, una antítesis del egoísmo y un modelo de lucidez.
Alguna vez me contó que su ex enamorada estaba rara. Que no lo saludaba igual, que en su presencia se comportaba extraño. Luego, aunque esto me lo dijo después, le contaron que habían visto a uno de sus mejores amigos junto a ella. Creo que fue un par de veces, en alguna discoteca.
En ese momento, no supo relacionar ambas cosas. Pero luego lo comprendería bien. Como por arte de magia, todas las piezas se juntaron y la conclusión final fue como un disparo que fulminó su mente, pero no su cuerpo. Simple: el tiro no iba dirigido a él.
Por eso lo tomó deportivamente. Le pareció extraña la situación, pero sabía que no lo habían hecho por fregarlo ni mucho menos. También sabía que él ya no sentía nada por ella y que entonces no tenía ninguna razón para molestarse.
¿Armar un escándalo porque se trataba de su ex? Pensó que estaba por encima de semejante drama sin sentido. Optó por una decisión con más pantalones: fue a hablar con su amigo para preguntarle si salía con ella y decirle que no tenía mayores problemas de ser así. Él se le adelantó y le contó la verdad: salían, se gustaban y se querían. Pero solo salían. No había planes de estar.
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Es inevitable e imprescindible recordar algunos aspectos a priori. Los tres ya los había comentado en el post anterior, así que solo los mencionaré, como para tenerlo en cuenta: Nadie es propiedad de nadie, nadie decide quién le va a empezar a gustar y negar sentimientos es contranatura.
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Mi amigo aceptó –no sin sentirse un tanto extraño- que su amigo saliera con su ex. No es que le pidieron permiso, pero ante lo inusual era mejor que lo supiera. Poco tiempo después, un par de preguntas, respuestas e incógnitas que quedarán al aire le rondaron por la mente.
1. ¿Y si en vez de ser tan comprensivo, le hubiese hecho más caso a mi primer instinto y convertía esa extrañeza en mal humor, en una discusión con el amigo? ¿Cuánto hubiese cambiado mi relación con él? ¿Qué hubiera pasado?
Concluyó que hubiese pecado terriblemente de egoísta y de mal amigo. Si él ya no sentía nada por su ex, ¿por qué le negaría diversión, cariño y compañía a uno de sus mejores amigos? Y, sobre todo, si su buen amigo no hizo nada para hacerle daño ni fregarlo, ¿por qué él sí lo haría? No tendría mucho sentido.
2. ¿Debió hacerle un drama a la ex porque ‘se metió’ con uno de sus mejores amigos?
Nuevamente se sintió por encima de querer crear una tragedia a partir del tema. Aceptó que no lo hizo a propósito. Y si ya habían terminado hace dos años, ¿tenía sentido molestarse tanto? Resolvió que la imagen que proyectaría sería la de un ex que aún siente algo. Y nada más falso que eso. Entonces, ¿para qué? No encontró ni media respuesta. ¿Por una simple convención? Qué tontería, pensó.
3. ¿Debió escuchar más a sus amigos?
En primera instancia, todos estuvieron de acuerdo en que no estaba bien lo de su ex y su pata. Pensó entonces que él debía pensar igual. Si todos pensaban así, pues debían tener razón. Pero lo que no se daba cuenta en ese momento era que sus amigos simplemente le decían lo que él quería escuchar. O simplemente asentían, sin decir lo que en verdad pensaban. Cuando les dijo que había resuelto estar normal al respecto, ahí recién le dijeron que en verdad era lo mejor, pues no había por qué hacer roches. Y aunque hubo un par de ellos que se empecinaron, dios sabe por qué, en crear drama y querer imponerle molestia y resentimiento, no se dejó influenciar y fue más inteligente que eso.
Su cambio de actitud no fue gratuito. Que en un momento le haya parecido extraño y hasta le haya fastidiado, y luego lo haya aceptado sin dramas ni roches, no fue producto de un simple cambio de humor.
Frente a la extrañeza del momento, un buen libro se apoderó de él. Era preferible pensar en otra cosa. Una frase saltó a la luz.
“Casi un perro del hortelano. Vive, pero no deja vivir. Es feliz, pero no permite que otros lo sean. Se lo toma a modo personal. Solo está pensando en sí misma. Drama queen y siempre termina siendo como ella quiere que sea. Así sea a costa de fregarle la vida al resto. Su egoísmo no cree ni en sus amigas”.
Él no quiso acabar así.
Tú sí vales, mi hermano.
*Mi caso no tuvo ese final. Pero ese ya es tema del siguiente post.
Al menos (mail mediante) te dejaré esto.
What is it with you that makes me act like this?(8)
Pink (en video es mejor)
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