Tengo una amiga que siempre se la pasa comentando en su blog sobre sus historias a bordo de la combi. Yo no viajo en combi. Algunos opinan que esto me genera una ‘limitación cultural’. Consideran que el viaje vía transporte público está repleto de insólitos sucesos que mi aletargado razonamiento, instintivamente, registraría y almacenaría en una carpeta emocional titulada ‘sensibilidad social’. Otros, como yo, no podríamos estar más de acuerdo. Sin embargo, sucede lo siguiente: detestamos la música que nos atormenta todo el camino, nos sentimos infinitamente incómodos apachurrándonos con cada extraño que no puede esperar a la siguiente combi, nos produce un aburrimiento fatal el movimiento de avanzo/paro que las caracteriza. Queremos escuchar la música que a nosotros nos agrade. Queremos estar bien sentados sin que nadie nos moleste. No nos da la gana de estar parando en cada esquina.
Lo anterior es verdad y floro. Es cierto, porque efectivamente pensaba de esa manera. Y es floro, porque no fue por esa razón que me retiré del deporte del ¿Qué carro tomas? Definitivamente, ‘colgué’ los pasajes. Verdad irrefutable. Pero fue debido a mi precoz adquisición de un carrito para ir a la universidad. Problema solucionado. No más molestias.
¿No más molestias? ¡Que ingenuo¡ ¡Muchos más, mejor dicho! En la aberrante distribución del tránsito limeño, manejar es realmente un caos. Al principio, manejaba tranquilo. Daba paso y no le hacía caso a los que me metían el carro. ¡Todo eso cambió en tan sólo dos años! Ahora, me peleo con todos los taxis que se quedan a media cuadra jodiendo el camino, insulto a todas las combis que paran en cada esquina y no les da la gana de moverse, les recuerdo la madre a todos los choferes que me meten el carro por un pasajero, que paran apuraditos por dejar a quien llevan a bordo para buscar a otra persona que les de más monedas para su bolsillo.
Y claro, ahora también conduzco más rápido, estoy más atento a quien se quiera de pasar de vivo y me he vuelto un diestro en toda clase de maniobras para evitar a las combis y a los taxis. Si esto último no lo logro, entonces toco como desaforado la bocina para que se muevan y no me irriten el día, y les lanzo toda clase de improperios (dentro del carro y con las lunas cerradas, claro está) para que nunca se olviden de mí.
¡Bah! Lo que nunca se van a olvidar es que hubo alguien, un sujeto estúpido y sin conciencia, que les rompió el tímpano y les jodió la vida, no dejándolos recoger un pasajero para completar el sueldo diario, no permitiéndoles obtener un cliente más para darle de comer a sus hijos ese mismo día, insultándolos porque ese individuo no se juega la vida en cada salida con el carro, ni la plata de la gasolina se la gana con el sudor de la frente.
Lo anterior es verdad y floro. Es cierto, porque efectivamente pensaba de esa manera. Y es floro, porque no fue por esa razón que me retiré del deporte del ¿Qué carro tomas? Definitivamente, ‘colgué’ los pasajes. Verdad irrefutable. Pero fue debido a mi precoz adquisición de un carrito para ir a la universidad. Problema solucionado. No más molestias.
¿No más molestias? ¡Que ingenuo¡ ¡Muchos más, mejor dicho! En la aberrante distribución del tránsito limeño, manejar es realmente un caos. Al principio, manejaba tranquilo. Daba paso y no le hacía caso a los que me metían el carro. ¡Todo eso cambió en tan sólo dos años! Ahora, me peleo con todos los taxis que se quedan a media cuadra jodiendo el camino, insulto a todas las combis que paran en cada esquina y no les da la gana de moverse, les recuerdo la madre a todos los choferes que me meten el carro por un pasajero, que paran apuraditos por dejar a quien llevan a bordo para buscar a otra persona que les de más monedas para su bolsillo.
Y claro, ahora también conduzco más rápido, estoy más atento a quien se quiera de pasar de vivo y me he vuelto un diestro en toda clase de maniobras para evitar a las combis y a los taxis. Si esto último no lo logro, entonces toco como desaforado la bocina para que se muevan y no me irriten el día, y les lanzo toda clase de improperios (dentro del carro y con las lunas cerradas, claro está) para que nunca se olviden de mí.
¡Bah! Lo que nunca se van a olvidar es que hubo alguien, un sujeto estúpido y sin conciencia, que les rompió el tímpano y les jodió la vida, no dejándolos recoger un pasajero para completar el sueldo diario, no permitiéndoles obtener un cliente más para darle de comer a sus hijos ese mismo día, insultándolos porque ese individuo no se juega la vida en cada salida con el carro, ni la plata de la gasolina se la gana con el sudor de la frente.
Me convertí en un ser humano peor de lo que imaginaba que ellos eran.
1era solución: una tregua.
1era solución: una tregua.
Yo no jodo, tú no jodes. Hígado sereno, ¡corazón contento!
4 comentarios:
Ya. Yo pienso un montón en la combi (eso sonó malaso). Osea, para mi, la combi es lugar de reflexión. Claro que preferiría mil veces tener carro. Pero no te vuelvas un gruñón que te vas a arrugar.
combi combi combacha.. el combachero te hace la vida imposible..por dios dame tu gol! prefiero ser jodida q seguir en combi
Cierto las combis son..... es un caos, el servicio que te dan es de lo peor, te juegas la vida ahí, ciertamente merecemos un mejor servicio vial, menos combis y buces grandes cómodos, pero también tenemos que ver que esto parte de la cultura que tiene el peruano, no cuidaríamos un bus mercedes a la semana ya desmantelamos todos los buses, es un gran problema, lastimosamente estamos así. Mas que problema vial es cultural.
La combi existe porque hay tontos como nosotros que los abordamos yendo inclusive en asientos infrahumanos, sobándonos las piernas en el asiento de adelante unos a otros (el que da justo atrás del chofer), soportando los calambres sin quejarnos, y sobre todo soportando que nos hagan PERDER TIEMPO parados más de 5 minutos en un solo paradero. Yo me paraba peleando con estas amebas( poque seres humanos no se pueden llamar el chofer y el cobrador) pero en muchos casos los pasajeros los defendían con lo cual comprendí que a sus clientes ya les habían salido callos ante esta situación. Por eso yo he optado por tratar de viajar en unidades omnibus (van repletos pero vas parado dignamente)y si algunos van lentos al menos tienes la seguridad de llegar a tu destino en UN TIEMPO DETERMINADO.
Nerviosón Castañeda, donde estás?
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