Zapadaptables, zapaexquisitos, zapiferentes y otros zapacatálogos
He aquí el mundo de los zapatos: un mundo enajenado de personajes extraños, coquetos, caprichosos, perversos y hasta simples, dejados e indiferentes. Un mundo difícil de comprender por su complejidad. Un mundo al ras del piso inherente a otra especie de individuos, a quienes aman y a la vez odian; pero con quienes, al fin y al cabo, están obligados a convivir, aunque a sus propios antojos.
Unos son los que se autodenominan “adaptables”. Aquellos que se jactan de amoldarse a cualquier circunstancia y persona, ya sea estrafalaria, común o exquisita. Pensándolo bien, estos zapatos deberían dedicarse, en vez de centrarse en las personas, a besarle los pies a los corderos: aunque, pensándolo aún mejor, de todas maneras han pensado en corderos, y por ello se amoldan a las personas. Pues claro, esta última especie mencionada es diestra en perfumarse exhaustivamente en jodidas modas. Y están tan fumigadas por este aroma de oveja, como zapato de chofer de combi después de un día entero de faena, sudoso, y que no se baña. Y estos zapatos practican la promiscuidad. ¡Y sí que lo saben hacer! Pues se reproducen como conejos en cada extremidad inferior de las personas, vendiendo su virginidad a cualquier precio. ¡¿Quién ofrece más?!
Otros son los llamados “exquisitos”: singulares personajes del calzado que no permiten su uso descomunal y son sumamente caprichosos. Ellos, abrazados a aristocráticos pies, se asemejan a cierta clase de sujetos de la especie humana: son como delicaditas cuarentonas bañadas en piel de alpaca, o como calabacitas veinteañeras zambullidas en un sueño miraflorino. Y es que estos zapatos saborean gustosos la empalagosa melodía de la pituquería y sus bochornosos prejuicios elitistas.
Se encuentran también, en este circo de payasos, los que claman ser “diferentes”. Buscan alejarse de cualquier esquema de moda y atraen a los más extravagantes. Son los típicos exuberantes en busca de fáciles presas que cazar, de hastiados pies necesitados de un nuevo refugio, como el anciano hospitalario que ofrece albergue a un confundido peregrino que intenta escapar de lo establecido, para, sin saber, inmiscuirse en otro sistema. Sí. Porque a final de cuentas, ser diferente es ahora una moda más, seas zapato, ser humano o el gato de la esquina. Es sólo una ruidosa frescura más, otra melosa sinfonía, como muchas otras.
En fin, yo me siento cómodo con mi posición: el zapato “indiferente”. Pues si alguien desea adoptarme en su regazo, complacido estaré. Aunque pensándolo bien, ¡Dios me libre de las pezuñas linajudas de las joyerías humanas! ¡de las patas aburridas de los seres vivos desemejantes y de las zancas fashion que intentan ultrajarme! Yo sólo quiero ser y andar como el cangurito de pie que soy, como el saltarín andante que siempre he sido, y sólo sirvo para ser.
Escrito entre mayo y junio del 2003
Una para el recuerdo
3 comentarios:
ala mi estimado alfredddd tu si que estabas loco y muy ingenioso en mayo y junio del 2003... cuaod yo estaba en mi segundo ciclo d universidad y con 17 años encima.. interesanste excarvar en los recuerdos y encontrara lgo interesante! cheere tu post!
NOVIO CON ALGODONES EN LOS ZAPATOS. TE AMO DEMASIADO
Si, ingenioso y loco son las palabras... y esta bien.
Publicar un comentario