jueves, marzo 20, 2008

Paradero desconocido

Era de día y ambos disfutábamos de una bebidas en un restaurante del tipo Chilli's. Todos eran gringos, y las meseras robustas, hasta donde recuerdo. Me es bastante borroso a estas alturas acordarme de qué sucedió exactamente en ese momento, pero lo cierto es que decidimos retirarnos, sin antes pedir la cuenta y despedirnos del personal que laboraba aquella tarde. Claro, en inglés. Estábamos en gringolandia. Primera sorpresa.

La segunda fue que salimos y cada uno se fue por su cuenta. Creo que implícitamente se entendió que tú te ibas a otro lado y yo a mi casa. No era 'nuestra' casa. Y tú te fuiste en tu carro, el mismo que manejas hoy en día, mientras yo me subí a una combi, una parecida a esas que dicen "Canadá, Ate", blancas con rayas azules, viejas y sucias. Y el camino no era mejor: fui por unos lugares desconocidos hasta que llegué al final de una avenida por la que jamás había transitado antes. Bajé y me encontré rodeado de gente peruana esperando algún bus. Estábamos en Perú, o al menos en algún lugar que hacía fácil deducirlo. Segunda sorpresa y conllevó a una más.

Cogí mi celular, el mismo que uso día a día, y te llamé. Para mi sorpresa, me dijiste que estabas en tu casa, y dado que vivimos cerca, me molesté. Te increpé no haberme llevado si ibas por allá, en vez de haber tenido que tomar esa combi sucia que me dejó en un paradero desconocido. Pero ya estaba hecho: te fuiste por tu cuenta, y aunque podías decirme para llevarme, preferiste irte sola. En vano mis reclamos.

Y entonces desperté.

*Sólo las construcciones sin bases muy sólidas se desploman tan rápido.
Lo que equivale a decir que

1 comentario:

Anónimo dijo...

hey!!! dijiste que actualizarias al menos una vez a la semana! jajajaja
besos!!
elizabeth