martes, diciembre 25, 2007

No hay 'colita' para 'Mechita' Cabanillas

Muchos de nosotros conocemos sobre el infeliz episodio que protagonizó la ex primera dama Eliane Karp en un cine: entró sin hacer cola y no hubo mayor escándalo. Un homenaje a la imbecilidad.

Una amiga bloggera denunció hace algunos meses que Ollanta Humala (Siempre Carlos, pero para las elecciones Ollanta) tampoco hizo cola en el cine. Y nadie dijo abosultamente nada. Se 'coló' como como bueno. Así de simple.

La lista continúa con un hecho que yo mismo presencié. Esta vez la protagonista principal fue nada más y nada menos que Mercedes Cabanillas. Debo confesar que respetaba mucho a la ex Presidenta del Congreso, más allá de algunas diferencias políticas que nos separan. Sin embargo, esta vez me sentí profundamente decepcionado.

Hace dos meses aproxidamente hacía rehabilitación física en la Clínica Tezza. La atención es por orden de llegada. Uno se apunta en una lista y se le va llamando conforme a ella. En orden. Esto sucede así todos los días, sin ningún problema. Sin embargo, a 'Mechita' esto le importó un pepino. un día llegué, me apunté en la lista, y luego se apuntó un señor en terno que conversaba con otro más también enternado, y decían algo como "solo faltan tres personas". Después se acercaron a una señora que estaba sentada y sentía como las miradas obligadamente chocaban con sus ojos: era 'Mechita' Cabanillas. Todo iba bien, hasta que tres minutos después, antes de llamar a las tres personas que antecedían a la ex Presidenta del Congreso (incluido yo), se escuchó el nombre "Doctora Cabanillas", y la ilustre doctorita pasó a su rehabilitación y los demás a seguir esperando.

Nadie dijo nada. Yo tampoco. Crucé miradas con un señor y me hizo un gesto de desaprobación, con una tímida sonrisa, de quien piensa "estamos en el Perú, qué se le va a hacer". Sí señores, esa es nuestra mentalidad. Me arrepiento mucho de haberme quedado callado. Que me haya quedado sorprendido no es excusa.

¡Acabemos con la cultura del silencio!

miércoles, octubre 31, 2007

Santa Paciencia: revisiones técnicas

Sin preámbulo: 4.5 km de cola. 8 horas de espera. Una más para la salida. Hora y media entre ir y venir. 10 minutos de revisión técnica. Total= ¡casi 11 horas de santa paciencia! ¡Por Dios! ¡Ni la procesión del Señor de los Milagros! ¿Qué pasó? ¡Se vistieron de morado los neumáticos! Salí a las 11 am de mi casa y llegué a las 10 de la noche más o menos. La gente se había rendido. No había nada que hacer. Solo esperar y esperar.

Cuando recién llegué a hacer la cola al frente del touring, en la Panamericana Sur, un chico que vendía botiquines y triángulos se acercó a mi carro. Le pregunté: "¿Hasta dónde llega la cola, sabes?". Me respondió: "Dos puentes". Genial: ni siquiera alcanzaba a divisar el primero.

Esto no es nada. Hay personas que han ido a las 7 am y han salido de allí a las 9 de la noche. Alguien llamó a RPP a decir que estaba en la cola desde la 1 de la mañana y ya eran las 7 am y no estaba ni cerca.

¡Santa paciencia! Santa paciencia también con quienes llevan su carro a última hora generando todas estas colas infinitas. Santa paciencia, también, con quienes prolongan la fecha límite como si fuera un trabajo escolar que mediante pataletas se pasa para otra fecha. Santa paciencia, asimismo, con los que hacen que se crucen las fechsa de las placas que termina en 7 con la que acaba en 8, hablando de autos particulares. Más los del transporte público = ¡Chanfaina!

En fin... yo fui uno de aquellos que llevó su carro a última hora. Por eso no me quejo tanto. Además, no me pudieron hacer la prueba de emisión de gases. Me dijeron que tenía que agrandar mi tubo de escape. Al día siquiente miré detrás de mi carro a ver qué pasaba con mi tubo. ¡Oh, sorpresa! ¡No tenía tubo de escape! En algún momento se me cayó. Quizás en la cola. Y entonces, obviamente, no aprobé la revisión. Bien hecho.

Hace un par de semanas fue el día de acción del blog. El tema: el medio ambiente. Ya que con mi tubo de escape averiado no ayudo en esto, lo haré reparar inmediatamente. Y les hago recordar que la Tierra no aguanta de todo. También puede morir. No gastemos tanta agua, no consumamos tanta energía. No emitamos gases tóxicos. Hay muchas cosas por hacer. O por dejar de hacer. Empecemos.

miércoles, octubre 17, 2007

Dudas existenciales II

Es difícil describir emociones. Por lo general, recurrimos a la frase: "No existen palabras para descubrir lo que siento". Y es verdad: si las palabras pudiesen describrir todas nuestras emociones, la vida rebalsaría de sentido. Los seres humanos somos masoquistas: nos gusta y necesitamos no entenderlo todo; que falten explicaciones; que existan misterios por resolver pero que mejor no se resuelvan; que queden preguntas sin repsonder; que aunque todo esté aparentemente dicho, siempre quede algo por decir. Es quizá una de las máximas de nuestras vidas: no nos podemos desprender de ellas.

Así son las emociones. Mejor dicho, así son para mí. Puede que para otros sea distinto. Y por eso es una duda existencial: no podemos definirlas ni describirlas del todo.

*No puedo describir esta emoción. No quiero hacerlo tampoco. Intentarlo implicaría hablar también del destino, y esa es una duda existencial mucho más grande, pero nuevamente, necesaria.

Una emoción no puede modificar el destino.
El destino es inmodificable. Existe en tanto se va construyendo.
Y entonces, ¿cómo lo hacemos? No dejamos simplemente que suceda: sucede en tanto nosotros hacemos algo. No hacer nada no es una opción.
Construir el destino también tiene sus altos y sus bajos. Es como un castillo de naipes: lo construimos con paciencia y dedicación. Si nos equivocamos al colocar alguna pieza, el castillo tiembla, corre el riesgo de caerse, y a veces se desploma. ¿Y qué hacemos? No nos quedamos mirando. Lo intentamos de nuevo. Así haya que esperar un poco primero para asegurarnos de que esta vez llegaremos más lejos, hasta el final, hasta colocar el último naipe. Sí, ese: el as.

**Ayer veía esta película "Amelí". Una frase se me quedó grabada: "Cuando el dedo apunta el cielo, sólo un imbécil se qeuda mirando el dedo".

***Otra frase también se me quedó grabada: "Sin tí, las emociones de hoy son la piel muerta de las emociones de ayer".

Tiempo al tiempo. Terminé hablando del destino.

lunes, octubre 15, 2007

Duda existencial I

Y entonces, ¿Qué somos? ¿Tan sólo carne y hueso? ¿Nuestra existencia se reduce a semejante insignificancia? ¿Como si fuésemos un plato de comida que si no tienes hambre se lo lanzas al perro? ¿Qué queda de nosotros al fin y al cabo, al final de todo?

¿Qué carajo somos los hombres? No. ¿Qué carajo somos los seres humanos? Vivimos con tantas ansias de dinero y poder. Pero si lo vamos a perder todo... ¿De qué carajo sirve? Al final todos seremos polvo.

¿Y qué hacemos, entonces? ¿Mandamos todo a la mierda porque todo es en vano? ¿Para qué vivimos, entonces?

Todo esto parece a: "¿De dónde viene el hombre? ¿Existe un dios? ¿Cómo se formó todo el mundo?" No encontraremos las respuestas, al menos por ahora. Sin embargo, algún esbozo de respuesta se puede formular: Si al final nuestro cuerpo quedará para los gusanos, al menos no seamos uno de ellos. Al menos que el fin de nuestros días nos alcance con la frente en alto, de cierta forma tranquilos porque sabemos que no cambiamos el mundo, pero que al menos lo intentamos, al menos hicimos lo que pudimos. ¡Y al diablo! Que los demás se encarguen del resto, que continúen nuestro trabajo.

PD: Puede que este post no sirva de nada. La verdad, no lo sé. No me interesa mucho, tampoco. Sólo tenía ganas de decirlo, y de escribirlo. El tiempo es más corto de lo que pensamos. La vida se nos puede pasar de largo muy fácilmente. Entonces, ¡¿Qué esperamos?!

PD(2): Quiero desarrollar un par de dudas existenciales que cargo conmigo, sobre mis hombros. Esta es una de ellas. Es más compleja, pero lo escrito al menos plantea un poco lo que poco a poco iré desarrolando en los sigueintes días, con la única finalidad de ser una terapia personal.

sábado, octubre 13, 2007

Celeste, hasta la muerte!



Por ahí alguien me preguntó si no me daba verguenza ser de Cristal. Yo respondí, tajantemente: NO.

Me parece que no lo podía creer. Y bueno, en cierta forma lo entiendo: Cristal está último en el torneo Clausura, con riesgo serio de irse a la baja, es decir, a Segunda División. Y no sólo eso, sino que está jugando pésimo, francamente.

¡¿Por qué no me da verguenza, entonces?! ¿Estoy loco? ¿Digo que no, pero en verdad sí? ¿Lo hago solo por dar la contra? ¿Es que acaso soy un romántico? Mmmm... Quizás. Estas son mis razones:

No me averguenzo, sino me siento orgulloso de ser hincha del Sporting Cristal porque siento orgullo y satisfacción al recordar ver a mi equipo golear cada fin de semana a todo once que se le cruzaba en la cancha, siendo campeón, bicampeón y tricampeón. Sí, no todas las personas de mi edad (ni siquiera todas las personas del mundo) pueden decir lo mismo. En este país, son muy pocos los que pueden decir que han visto a su equipo ser subcampeón de la Copa Libertadores. De mi edad, muchísimos menos. Es todo un orgullo. Es una sensación distinta. Ganar un partido, golear, ser campeón nacional, nada de eso se asemeja en lo más mínimo. Y yo estuve presente. En el mismísimo Estadio Nacional aquella noche de la final. Imposible olvidar. 4-1 a Racing; eliminar a Vélez en su misma cancha, ganarle ahí en Argentina, cuando ellos habían ganado varias veces la copa por esos años, cuando estaba Chilavert en sus mejores momentos. Sí: eso hizo Cristal. Y prácticamente todo el Perú se puso la celeste en ese momento. Casi toda la selección (los titulares) en aquella eliminatoria para Francia 98 que nos quedamos por goles, eran jugadores de Cristal. En los más de 20 años que no hemos ido a un Mundial, sólo con jugadores de Cristal estuvimos tan, pero tan cerca.

Eso y más, señores, es Cristal. Algunos dirán que Cristal no tiene una verdadera hincha, que es sólo dinero, que la backus es Cristal y nada más, que los hinchas de Cristal son puros pitucos y demás estupideces. Pues los invito un domingo al estadio San Martín a que comprueben con sus propios ojos si es que eso es verdad. Ese floro de la plata, Backus y pitucos, suena tan absurdo y hueco como decir que el comunismo aún es viable en este mundo. Pero aún, que es la solución.

Pero no hablemos de política ahora. Ahorita hablemos de fútbol.

Cristal es Cristal.
Y Cristal es mucho más grande que sus problemas.

Igual: seamos del equipo que seamos, al parecer todos estamos destinados a sufrir y a irnos a la mismísima mierda. Solo recuerden esto: Burga, 5 años más.

No hay más que decir(8)

viernes, mayo 25, 2007

Stairway to Heaven

Si lo ves bajando las escaleras con los ojos completamente cerrados, es porque la medicina le inyectó una muy mala noticia: se quedaría ciego. Y pronto. Si además lo hace con la frente en alto y con el brazo izquierdo firme sobre la baranda, sin tambalear, es porque la vida le ha enseñado que la firmeza y la valentía serían siempre sus dos pilares en la ruta.

Es por eso que aún a casi 8 décadas de su nacimiento puede seguir desplegando sus pasos por las calles de La Victoria, siempre hasta San Borja para realizar sus compras. Casi no se cansa. Y eso que cada año Santa Claus le regala un par de kilitos más. Total, él ya está bastante acostumbrado. Desde niño, desde que la Madre Selva lo acompañaba en el calor de su niñez y adolescencia, y jugaba con sus amigos a cazar hormigas y también mujeres. “Las 7” se llamaba el juego. Consistía en ver quién podía llegar a tener una chica por cada día de la semana. Admite que nunca lo logró. Pero que estuvo cerca. Lo que sí consiguió fue migrar hacia la capital después de concluir la secundaria. “Un viaje muy duro” recuerda. No sólo por tener que dejar a su familia, sino porque aquella travesía por tierra incluyó días en carro y también a pie. Nunca se rindió. Tampoco tiró la toalla en las mil y un disputas cuando trabajó para la expirada aerolínea PANAGRA, como jefe del sindicato de trabajadores. Ahora, ya jubilado, prefiere guardar su rabia para las conversaciones en la mesa. Sus temas favoritos: la política y el fútbol.

Su recorrido hasta San Borja concluye en Wong, en donde aprovecha para tomar un descanso haciendo las compras y degustar todo lo que esté disponible para ello. A veces, esta caminata tiene como único fin seguir comiendo después del desayuno. Sus hijas le han advertido sobre el problema del colesterol y del sobrepeso, pero él hace caso omiso. Dice que “su cuerpo asimila”. Otra forma de decir que si su estómago le pide comida, él no tiene reparos en obedecer. Así sea a cada rato. De todos modos, él cree en la medicina alternativa. Prefiere tocarse la palma de la mano con el dedo índice hasta sanar, que visitar a un doctor. Más aún, cuando es un doctor con productos naturales el que le ha dado la chance de conservar la vista por más años de lo que la medicina convencional le predijo. Por eso es tan terco. Creció en una familia recta y así también crió a la suya. Siempre con él a la cabeza de las decisiones. Para bien o para mal. Siempre él. Sin arrepentirse.

Pero ya no tiene casi 8 décadas de existencia. Ahora bordea los 85 años de edad, y esta diferencia, en una persona de avanzada edad, es muy grande. Y él lo sabe bien. Lo supo finalmente cuando en uno de sus viajes de compras, perdió sentido de la ubicación y por un momento no sabía en dónde se encontraba. Cada vez sucede con mayor frecuencia. Por eso ahora es su hija la que lo acompaña, ahora en carro, a hacer las compras. Las caminatas fueron reemplazadas por la televisión. El aire de la calle y las conversaciones ajenas en sus oídos sucumbieron frente al nuevo equipo de CD. Pero su risa no se ha agotado. Menos su valentía. Tampoco su creencia en la medicina alternativa y en la mente. Por eso baja las escaleras con la frente bien en alto y con los ojos cerrados porque no le teme a lo que pueda venir. Y ríe cuando no hay más escalón que pisar, porque sabe que cuando la película de su vida se proyecte ante sus ojos, tampoco allí le temerá al final de todos sus peldaños.

*Ese es mi abuelo. El que quería que estudie medicina y se resistía a aceptar el hecho de lo que mío era la tinta y el teclado. Y aunque con los años logró aceptarlo, siempre me intentó disuadir de escribir una novela sobre su vida, un libro que jamás llegué a escribir, pero que intento resumir en el presente texto. Mañana suma un nuevo abril. Churín lo espera. Nosotros, también lo esperamos.

viernes, mayo 04, 2007

El mundo de los zapatos

Zapadaptables, zapaexquisitos, zapiferentes y otros zapacatálogos

He aquí el mundo de los zapatos: un mundo enajenado de personajes extraños, coquetos, caprichosos, perversos y hasta simples, dejados e indiferentes. Un mundo difícil de comprender por su complejidad. Un mundo al ras del piso inherente a otra especie de individuos, a quienes aman y a la vez odian; pero con quienes, al fin y al cabo, están obligados a convivir, aunque a sus propios antojos.

Unos son los que se autodenominan “adaptables”. Aquellos que se jactan de amoldarse a cualquier circunstancia y persona, ya sea estrafalaria, común o exquisita. Pensándolo bien, estos zapatos deberían dedicarse, en vez de centrarse en las personas, a besarle los pies a los corderos: aunque, pensándolo aún mejor, de todas maneras han pensado en corderos, y por ello se amoldan a las personas. Pues claro, esta última especie mencionada es diestra en perfumarse exhaustivamente en jodidas modas. Y están tan fumigadas por este aroma de oveja, como zapato de chofer de combi después de un día entero de faena, sudoso, y que no se baña. Y estos zapatos practican la promiscuidad. ¡Y sí que lo saben hacer! Pues se reproducen como conejos en cada extremidad inferior de las personas, vendiendo su virginidad a cualquier precio. ¡¿Quién ofrece más?!

Otros son los llamados “exquisitos”: singulares personajes del calzado que no permiten su uso descomunal y son sumamente caprichosos. Ellos, abrazados a aristocráticos pies, se asemejan a cierta clase de sujetos de la especie humana: son como delicaditas cuarentonas bañadas en piel de alpaca, o como calabacitas veinteañeras zambullidas en un sueño miraflorino. Y es que estos zapatos saborean gustosos la empalagosa melodía de la pituquería y sus bochornosos prejuicios elitistas.

Se encuentran también, en este circo de payasos, los que claman ser “diferentes”. Buscan alejarse de cualquier esquema de moda y atraen a los más extravagantes. Son los típicos exuberantes en busca de fáciles presas que cazar, de hastiados pies necesitados de un nuevo refugio, como el anciano hospitalario que ofrece albergue a un confundido peregrino que intenta escapar de lo establecido, para, sin saber, inmiscuirse en otro sistema. Sí. Porque a final de cuentas, ser diferente es ahora una moda más, seas zapato, ser humano o el gato de la esquina. Es sólo una ruidosa frescura más, otra melosa sinfonía, como muchas otras.

En fin, yo me siento cómodo con mi posición: el zapato “indiferente”. Pues si alguien desea adoptarme en su regazo, complacido estaré. Aunque pensándolo bien, ¡Dios me libre de las pezuñas linajudas de las joyerías humanas! ¡de las patas aburridas de los seres vivos desemejantes y de las zancas fashion que intentan ultrajarme! Yo sólo quiero ser y andar como el cangurito de pie que soy, como el saltarín andante que siempre he sido, y sólo sirvo para ser.


Escrito entre mayo y junio del 2003
Una para el recuerdo

jueves, mayo 03, 2007

Todos vuelven

Hoy empieza una nueva etapa.

También culmina otra, lógicamente.

Atrás quedarán las horas de combis y microbuses.

El viaje interprovincial La Molina - Lima - La Molina.

La Molina - San Miguel – Lima - La Molina.

La Molina - San Miguel – Lima – San Miguel - La Molina.

¡Por favor! ¡Paren Lima!

En la esquina me bajo.

Adiós Sr. Combista,

No extrañaré sus mugrosos asientos, sus caprichosas velocidades ni sus tumultuosos viajes.

No dormiré más en dos extremidades.

La labia de sus ilustres invitados no ensordecerá más mis sentidos.

Lo acepto: algunos muy ingeniosos, y debidamente recompensados. La mayoría brillaba por una evidente escasez de ideas y por la poca honradez de sus discursos.

Tampoco malgastaré mi tiempo en el siempre congestionado Centro de Lima.

¡Dios me libre de caminar por las “Nuevas veredas para el Centro Histórico!

*Sobre todo si lo firma Castañeda Losio.

No veré más a Superman incitándome a comer de su exquisito (¿?) menú.

No me atormentarán más los “interneee”, “¡Tatuajes, piercings!” que tan pintorescos personajes vociferaban por todo el Jirón de La Unión.

*Me voy y no extrañaré nada de eso.

Me voy y extrañaré muchas cosas.

Definitivamente aprendí mucho. Fue una bonita experiencia. Linda gente.

Llegué a CARETAS con una careta.

Me voy de CARETAS totalmente desinhibido.

Me voy pero regreso a este medio.

Me voy pero vuelvo completamente renovado.

Me voy pero no es un adiós.

Hasta luego, compañeros.

¡Bienvenidos escribidores y lectores!

Ya los extrañaba.

sábado, enero 06, 2007

La dinastía del destino

Alguna vez me pregunté si Agosto me esperaría.
Los Agostos pueden ser tan pacientes como los Abriles. Pero, también, tan impacientes como un solo abril.

Los Abriles pueden pasar volando.
Los Agostos suelen alejarse como un tren.
A no ser que te embarques.

Sacar un ticket en el país de la soledad no es una tarea fácil. Mejor dicho, obtener uno válido y esperanzador no es cosa de todos los días. Ni siquiera de todos los años. A veces, ni de toda una vida entera.

Existe uno con mi nombre. Lo tengo entre mis dedos. Se desplaza por mis brazos como una serpiente precavida pero segura. Recorre todo mi cuerpo rociando su apasionado veneno por mis venas. Me embriaga de alegría. Más aun, cuando ya en el camino se va aposentando con mayor seguridad al lado izquierdo de mi pecho.

Agosto es ya el final del invierno. Los días ya anuncian el comienzo de un colorido panorama. El tren está en marcha.

TÚ eres mi Agosto.

Los Abriles nos esperan confiados y felices.

La dinastía del destino está en nuestras manos.

¡TE ADORO NOVIA!